La resistencia química no se mide fácilmente de forma cuantitativa precisa. La única información disponible para el diseñador es de naturaleza cualitativa muy amplia, pero se pueden hacer algunas generalizaciones sobre la resistencia química de los plásticos: La resistencia química es sensible a la temperatura. Si un material plástico muestra alguna absorción o cualquier cambio visible a temperatura ambiente, es probable que haya un efecto mucho más drástico, por ejemplo, en las temperaturas del compartimiento del motor. El PTFE es el plástico más completamente inerte, seguido de los fluoropolímeros que se han modificado para hacerlos moldeables. Los plásticos basados ​​en sistemas aromáticos o heterocíclicos tienen estructuras muy estables, que son muy resistentes al ataque químico, al igual que son resistentes a las altas temperaturas. La poliimida termoestable 'pura' tiene la mayor resistencia, pero el acto de modificarla para hacerla procesable inevitablemente deteriora un poco la resistencia química. En cualquier grupo de termoplásticos de rango de precio comparable, los semicristalinos son más resistentes químicamente que los amorfos. Uno de los factores que dificultan la medición de la resistencia química es el efecto del estrés. Los plásticos amorfos son particularmente susceptibles: las muestras que aparentemente son resistentes a un determinado químico se agrietan cuando se aplica una tensión. Para el diseñador de automóviles, existen muchos "peligros" químicos:

En todos los casos existen diferentes grados de severidad, dependiendo de si el contacto es total o intermitente, y si el componente está sometido a estrés. El tema relacionado de la permeabilidad también es muy relevante para los tanques de combustible y los depósitos de fluidos.