Diabetes
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Diabetes
Más de 347 millones de personas en el mundo padecen diabetes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La diabetes de tipo 2 representa el 90% de los casos mundiales de la enfermedad. Se prevé que la diabetes se convierta en el año 2030 en la séptima causa mundial de muerte. La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina (hormona que regula el azúcar en la sangre) o cuando el organismo la genera, pero no la utiliza de forma eficaz. Cuando no está bajo control, la diabetes provoca hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre), que puede dañar gravemente nuestro organismo, especialmente el sistema cardiovascular, los riñones, la vista y los nervios. La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa entre a las células para suministrarles energía. En la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina. En la diabetes tipo 2, la más común, el cuerpo no produce o no usa la insulina de manera adecuada. Sin suficiente insulina, la glucosa permanece en la sangre. Con el tiempo, el exceso de glucosa en la sangre puede causar problemas serios. Puede dañar los ojos, los riñones y los nervios. La diabetes también puede causar enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y la necesidad de amputar un miembro. Las mujeres embarazadas también pueden desarrollar diabetes, llamada diabetes gestacional. Un análisis de sangre puede mostrar si tiene diabetes. Un tipo de prueba, la A1c, también puede comprobar cómo está manejando su diabetes. El ejercicio, el control de peso y respetar el plan de comidas puede ayudar a controlar la diabetes. También debe controlar el nivel de glucosa en sangre y, si tiene receta médica, tomar medicamentos. La diabetes es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal, ataques cardíacos, derrames cerebrales y amputación de miembros inferiores. La diabetes mal controlada aumenta las posibilidades de estas complicaciones y la mortalidad prematura. Además, las personas con diabetes tienen mayor riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares y tuberculosis, especialmente aquellas con mal control glucémico.
Insulina
La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su principal función es el mantenimiento de los valores adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria. Esta sustancia permite que la glucosa de los alimentos pase al interior de las células, donde se transforma en la energía necesaria para que funcionen los músculos y los tejidos, o se almacena hasta que sea necesaria. Cuando no hay insulina, como en los diabéticos tipo 1, o no funciona correctamente, como ocurre en los diabéticos tipo 2, el enfermo no absorbe la glucosa adecuadamente, lo que origina una concentración excesiva de azúcar en su sangre (hiperglucemia). Con el paso del tiempo, y si no se trata adecuadamente, este exceso de glucosa que circula por la sangre acaba dañando los tejidos, un deterioro que a su vez causa alteraciones, disfunciones e insuficiencias a largo plazo en órganos como ojos, riñones, nervios, corazón y vasos sanguíneos.
¿Qué es la glicemia y cuánto es lo normal?
La glucemia basal se refiere al nivel de la glucosa en ayunas. Esta puede verse alterada cuando, sin tener diabetes, los valores de azúcar son bastante elevados, de entre 110-125 mg/dL, lo cual puede considerarse como prediabetes. El índice glucémico basal normal se sitúa en los adultos entre los 70 y los 110 mg/dL.
Diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 (antes llamada no insulinodependiente o de inicio en la edad adulta) es el resultado del uso ineficaz de la insulina por parte del cuerpo. Más del 95% de las personas con diabetes tienen diabetes tipo 2. Este tipo de diabetes es en gran parte el resultado del exceso de peso corporal y la inactividad física. Los síntomas pueden ser similares a los de la diabetes tipo 1, pero a menudo son menos marcados. Como resultado, la enfermedad puede diagnosticarse varios años después del inicio, después de que ya hayan surgido complicaciones. Hasta hace poco, este tipo de diabetes solo se observaba en adultos, pero ahora también se presenta cada vez con mayor frecuencia en niños.
Diabetes tipo 1
La diabetes tipo 1 (anteriormente conocida como insulinodependiente, juvenil o de inicio en la niñez) se caracteriza por una producción deficiente de insulina y requiere la administración diaria de insulina. En 2017 había 9 millones de personas con diabetes tipo 1; la mayoría de ellos vive en países de ingresos altos. No se conocen ni su causa ni los medios para prevenirlo. Los síntomas incluyen excreción excesiva de orina (poliuria), sed (polidipsia), hambre constante, pérdida de peso, cambios en la visión y fatiga. Estos síntomas pueden ocurrir repentinamente.
Diabetes gestacional
Durante el embarazo puede ocurrir que los cambios hormonales propios de este estado originen un bloqueo de la función de la insulina. Cuando esto sucede, los niveles de glucosa se pueden incrementar en la sangre de una mujer embarazada. Suele presentarse en una etapa avanzada de la gestación y afecta a alrededor del 5% de las mujeres embarazadas. Aunque normalmente desaparece tras dar a la luz, constituye un factor de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro, tanto para las madres como para sus hijos.
Diabetes tipo LADA
La Fundación para la Diabetes advierte de que en los últimos años se está prestando atención a un tipo de paciente con diabetes tipo 2, pero que, al mismo tiempo, presenta los anticuerpos positivos característicos del tipo 1. Probablemente, este tipo de diabéticos acabe necesitando tratamiento con insulina.
Síntomas
Los síntomas de la diabetes dependen del nivel de glucosa sanguínea. Es posible que algunas personas no presenten síntomas, especialmente si tienen prediabetes, diabetes gestacional o diabetes tipo 2. En el caso de la diabetes tipo 1, los síntomas tienden a aparecer rápido y a ser más intensos.
¿Cuáles son las causas?
Aunque los factores de riesgo que provocan la diabetes tipo 1 no están bien definidos, sí se sabe que están implicados aspectos genéticos, autoinmunes y ambientales, y que los pacientes tienen tendencia a sufrir otras alteraciones del sistema inmunológico. En el caso de la diabetes idiopática, de la que se desconoce la causa, el factor hereditario parece ser crucial.
Por su parte, la diabetes tipo 2 aparece cuando el organismo se hace resistente a la insulina. Esto sucede cuando los tejidos corporales (por ejemplo, el músculo) no responden completamente a la insulina y, por tanto, no pueden usar la glucosa de la sangre para obtener energía. El páncreas responde produciendo más insulina y el hígado, donde se almacena la glucosa, libera más cantidad de ésta para tratar de aumentar su disponibilidad. Finalmente, el páncreas se vuelve incapaz de producir suficiente cantidad de insulina y los tejidos se hacen más resistentes a ella. En consecuencia, los niveles de glucosa en sangre comienzan a aumentar paulatinamente.
Tampoco se conocen las razones que llevan a desarrollar la diabetes tipo 2, pero la obesidad, presente en el 80% de los casos, constituye uno de los principales factores de riesgo, al igual que la hipertensión y la hipercolesterolemia. También influyen en el desarrollo de esta enfermedad la edad, la mala alimentación o la falta de actividad física, así como los factores genéticos, los antecedentes familiares, el origen étnico y una nutrición inadecuada durante el embarazo. Por último, tienen más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 las mujeres que han sufrido diabetes gestacional, así como aquellas personas que padecen alteración de la tolerancia a la glucosa (ATG) o alteración de la glucosa en ayunas (AGA).
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