Sistemas de energía
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Sistemas de energía
Enfermedades de los aparatos y sistemas energéticos. La cuarta función esencial fundamental para vivir es la producción de energía. Finalmente, el cuerpo necesita energía para vivir y realizar todas sus tareas de la mejor manera posible. Los principales sistemas y órganos involucrados en la producción, uso y distribución de la energía son: sistema nervioso, sistema cardiovascular, sistema respiratorio, sistema muscular, sistema endocrino y sistema sexual. Si funcionan correctamente, los órganos vitales como el corazón, el cerebro y otros reciben oxígeno y glucosa, las materias primas necesarias para producir energía, y no se enferman. De lo contrario, pueden surgir problemas y enfermedades de varios niveles.
Enfermedades de estos sistemas
Trastornos psicoemocionales y enfermedades psicosomáticas:
La mente y el estado emocional son muy sensibles a la tensión y al estrés. Los ritmos y compromisos diarios suelen ser demasiado estresantes y pueden aparecer ansiedad, insomnio y depresión.
En cambio, se trata de enfermedades psicosomáticas, cuando el malestar emocional se descarga sobre órganos, vísceras y músculos. Los nervios conectan el cerebro con todo el cuerpo y además de los impulsos motores, también transportan contenidos mentales.
Deficiencias en la energía física y mental y el deporte
Los ritmos de vida son muy intensos, las cargas de trabajo y los compromisos suelen llevarse al límite. Una gran parte de la población quema más energía de la que produce y se encuentra sin energía. En el deporte, la micoterapia está aceptada por el COI (Comité Olímpico Internacional) porque no es una sustancia dopante. Es una fuente de salud que protege al deportista durante el esfuerzo, comenzando por las funciones más sometidas a fatiga, como son las cardíacas, respiratorias, psíquicas, musculares y articulares. Y además inofensivo, sin efectos secundarios.
Enfermedades neurológicas
El sistema nervioso (central y periférico) está formado por dos componentes principales: el tejido nervioso y la circulación sanguínea. El estudio de estas dos partes forman la base para su tratamiento en la salud y la enfermedad. Las enfermedades neurológicas surgen con la alteración de uno de estos dos componentes. También en estas patologías uno de los principales factores responsables es la agresión de los radicales libres, que conducen silenciosamente a la degeneración de neuronas, nervios y centros nerviosos.
Enfermedades del sistema respiratorio
Las enfermedades del sistema respiratorio son enfermedades de las vías respiratorias de carácter infeccioso, como la gripe y enfermedades similares, o de carácter alérgico, como el asma. Otro gran grupo lo componen las enfermedades degenerativas, que comprometen la respiración porque reducen el paso del aire, con insuficiencia respiratoria y uso de oxígeno.
Enfermedades cardiovasculares
El sistema cardio-circulatorio es capaz de trabajar día y noche sin parar. Desafortunadamente, el estrés y el estilo de vida lo obligan a trabajar a un ritmo elevado, a menudo cerca del límite. Bajo esta presión, sus márgenes de compensación se reducen, sus funciones pierden brillo y empiezan a señalar la dificultad en su trabajo, a través de algunos síntomas. La hipertensión arterial, la taquicardia y las extrasístoles son algunos de los síntomas más comunes. Cuando estos síntomas son fugaces, indican que al corazón le cuesta más hacer su trabajo. Pueden ser un signo de ansiedad, estrés, abuso de café y bebidas alcohólicas, presencia de toxinas en el organismo. Pero si se vuelven frecuentes y tienden a estabilizarse tienen un valor diferente: son síntomas de enfermedades del corazón. Uno de ellos, por ejemplo, la hipertensión arterial ciertamente no es una enfermedad grave, pero es la antesala de enfermedades cardíacas más graves. La hipertensión no es sólo una enfermedad en sí misma. También es una señal de que el sistema cardiocirculatorio en su conjunto está en dificultad. Indica que las arterias dejan pasar menos sangre y que el corazón, que es la bomba, debe aumentar la presión para mantener constante el flujo sanguíneo necesario, aumentando su trabajo. El corazón, por tanto, lucha más, reduce sus márgenes de compensación, su función pierde eficacia y aumenta la posibilidad de enfermedad. La presión arterial alta también indica que la sangre que fluye a través de las arterias con mayor presión desgasta más las paredes arteriales. Las arterias engrosarán sus paredes cada vez más y dejarán pasar menos sangre. El corazón tendrá que aumentar la presión para mantener constante el flujo de sangre. Aquí está el círculo vicioso que debilita el corazón y eleva cada vez más la presión arterial. Hasta que con el paso de los años el corazón y las arterias se dañan entre sí provocando enfermedades cardíacas y circulatorias, como infartos, derrames cerebrales, enfermedades renales y de la retina.
Enfermedades del sistema sexual femenino.
El eje hormonal que conecta la pituitaria y los ovarios regula el ciclo femenino, el deseo sexual y el posible embarazo. En condiciones normales, es un mecanismo perfecto. Pero si el estado psicoemocional se ve afectado negativamente por el estrés, pueden aparecer irregularidades menstruales, ovarios poliquísticos, endometriosis, mala fertilidad y fibromas.
Enfermedades del sistema sexual masculino
En las enfermedades del aparato masculino, muy a menudo hay una disminución de las funciones sexuales, que puede manifestarse con una disminución del deseo y el rendimiento. Existen dos causas: de las cuales la psicológica es con diferencia la principal (90%), mientras que en el 10% restante de los casos la causa se debe a causas biológicas y la combinación de ambas.
Por ejemplo, la fatiga tras un intenso esfuerzo físico o mental, el estrés, la ansiedad o incluso la intoxicación del cuerpo, en particular el exceso de cigarrillos o bebidas alcohólicas, juegan un papel negativo.
Enfermedades de los huesos
El sistema óseo, formado por huesos y articulaciones, cumple una función de sostén y protección de los órganos internos y constituye una especie de depósito de sales minerales. Por eso es tan importante limitar al máximo los alimentos ácidos (carne, lácteos e hidratos de carbono), que son los responsables de la pérdida ósea.
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