Retrovirus ancestrales
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Retrovirus ancestrales
Normalmente, los retrovirus endógenos, restos de infecciones ancestrales que se han convertido en parte integral del ADN, son silenciosos e inofensivos. Pero en ausencia de algunos anticuerpos pueden experimentar translocaciones y recombinaciones genéticas que restablecen su capacidad de reproducirse y propagarse por todo el cuerpo. El genoma humano está plagado de secuencias retrovirales heredadas evolutivamente y conservadas de forma estable. La mayoría de estas secuencias no son transcripcionalmente activas, aunque su papel como controlador de la transcripción génica ya ha sido ampliamente demostrado y asociado con la aparición de diversas patologías.
Retrovirus en nuestro ADN
Cuando un retrovirus infecta una célula logra insertar su ADN en el material genético del huésped, entonces, cada vez que la célula transcribe su material genético reproduce también el virus. Si la célula infectada es una célula germinal, como el polen en las plantas o el óvulo y el espermatozoide en los humanos, todas las células del individuo que se originó de esos gametos tendrán incorporado el provirus en su ADN, incluyendo las nuevas células germinales del individuo. Es así como el virus pasará a la descendencia. Este provirus puede seguir siendo replicado en los nuevos individuos que, a su vez, lo transmitirán a su descendencia, pero también puede llegar el momento que las mutaciones de la naturaleza en el ADN del organismo interrumpan la secuencia de este provirus y este material genético ya no pueda reproducirse en un virus completo. En ese caso, el material del virus queda como una inserción sin ninguna función específica en el genoma del huésped. En los humanos, estos retrovirus ancestrales ya han mutado tanto que dejaron de ser funcionales y por lo menos en el genoma de referencia, y hasta ahora, no se han encontrado evidencias de que existan retrovirus funcionales en nuestra especie.
Retrovirus endógenos y VIH
Hace más de 20 años se comenzó a observar que en el suero de pacientes con cáncer y con VIH aparecían anticuerpos contra proteínas que parecían provenir de retrovirus endógenos. Ya con el avance de la tecnología se comprobó que efectivamente había retrovirus endógenos que se estaban transcribiendo.
Virus ancestrales integrados en el ADN humano resucitan y promueven enfermedades
Aproximadamente el 8% de nuestro genoma está compuesto por secuencias de origen viral, concretamente los retrovirus endógenos humanos (HERV). Los HERV son reliquias de infecciones antiguas que afectaron la línea germinal de los primates a lo largo de los últimos 100 millones de años y se convirtieron en elementos estables en la interfaz entre el ADN propio y el extraño. Curiosamente, la coevolución de HERV con el huésped condujo a la domesticación de actividades previamente dedicadas al ciclo de vida del retrovirus, proporcionando nuevas funciones celulares. Por ejemplo, se han utilizado proteínas de la envoltura de HERV seleccionadas para fines relacionados con el embarazo, y las repeticiones terminales largas provirales participan en la regulación transcripcional de varios genes celulares. Dada la persistencia de HERV en el genoma del huésped y su expresión basal en la mayoría de los tejidos sanos, es razonable que las defensas humanas impidan la activación inmune mediada por HERV. A pesar de esto, los HERV y sus productos (incluido el ARN, el ADN citosólico y las proteínas) todavía pueden modular el sistema inmunológico del huésped y ser influenciados por él, lo que sugiere de manera fascinante un papel central en la evolución y el funcionamiento de la inmunidad innata humana. De hecho, las secuencias de HERV habían contribuido de manera importante a la configuración y expansión de la red de interferón, dispersando genes inducibles que ocasionalmente han sido domesticados en varios linajes de mamíferos. También se ha demostrado que la integración de HERV dentro o cerca de genes que codifican factores inmunes críticos influye en su actividad, o es responsable de su variación polimórfica en la población humana, como en el caso de un provirus HERV-K(HML10) en la región del complejo mayor de histocompatibilidad. Además, se ha demostrado que los productos expresados en HERV modulan los efectores de la inmunidad innata, por lo que a menudo están relacionados, por un lado, con trastornos inflamatorios y autoinmunes, mientras que, por otro lado, con el control de la activación inmune excesiva a través de sus propiedades inmunosupresoras. Finalmente, se ha propuesto que los HERV establezcan un efecto protector contra infecciones exógenas. La presente revisión resume la participación de los HERV y sus productos en las respuestas inmunes innatas, describiendo cómo su intrincada interacción con la primera línea de defensas humanas puede contribuir activamente a la protección del huésped o a su daño, lo que implica un equilibrio sutil entre la persistencia de los HERV y sus productos en las respuestas inmunes innatas. expresión y el mantenimiento de una alerta inmune basal.
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