El alimento con más probióticos que el kéfir que recomiendan los médicos, es originario de América, su cultivo en Mexico está muy extendido. Se habla de la alcachofa de Jerusalén como de un tubérculo hoy olvidado: si pocos la conocen como alimento, son aún menos los que le atribuyen cierta importancia fitoterapéutica. La alcachofa de Jerusalén, aunque parece un tubérculo, es un alimento bajo en calorías (unas 30 kcal por 100g de alimento fresco) ya que contiene un 80% de agua además de tener fructooligosacáridos (unidades de fructosa terminadas en glucosa) como la inulina. (aproximadamente el 10% del peso fresco pero en cualquier caso en una proporción variable según la época), que confieren a la alcachofa de Jerusalén un valor calórico inferior al de las patatas. El almidón presente en las patatas es, de hecho, totalmente digerible por nuestro organismo en forma de glucosa, mientras que los fructooligosacáridos de la topinambur no corren la misma suerte durante el tránsito intestinal, ya que forman parte de la llamada fibra dietética soluble que sólo puede ser metabolizada parcialmente por la microflora intestinal, favoreciendo el desarrollo. de bacterias útiles como bifidobacterias y lactobacilos en detrimento de potencialmente patógenos (acción probiótica). Además de aproximadamente un 15% de hidratos de carbono (inulina, asparagina, betaína, colina, fructosa), también contiene proteínas (2-3%) y sales minerales como potasio (aproximadamente 400 mg), fósforo, calcio y magnesio. Es particularmente rico en vitaminas A (alrededor del 2%), vitamina B y vitamina H (que resiste toda cocción) y cuya falta produce cansancio, pérdida de apetito, somnolencia y dolores musculares.