Infección y putrefacción
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Infección y putrefacción
Infección equivale a corromper por acción extraña al organismo, y putrefacción, a pudrirse por causa íntima, propia del cuerpo afectado. En otros términos, la infección viene de afuera y la putrefacción actúa desde el propio vientre del enfermo. Para la medicina profesional, las llamadas enfermedades son resultado de infección microbiana, aunque no se conozca o constate la presencia del bacilo culpable. Tanto la viruela como todas las afecciones eruptivas de la piel conocidas con los nombres de sarampión, alergias, escarlatina, erisipela, furunculosis, urticarias, llagas, chancros, etc., revelan actividades defensivas de organismos generalmente jóvenes que poseen suficiente vitalidad para provocar por la superficie del cuerpo, crisis eliminadoras de materias corrompidas acumuladas en su interior por herencia o por putrefacciones intestinales crónicas.
En estas actividades purificadoras actúa una fuerza propia del organismo afectado que expulsa al exterior materias extrañas y perjudiciales. Así se explica que no exista microbio de la viruela, como tampoco se ha descubierto el microorganismo actuante en todas las fiebres eruptivas. En todas estas crisis se trata de una acción que va del interior del cuerpo, a la inversa de toda infección que va de afuera hacia adentro. Se dirá que es innegable que la vacuna preserva de la viruela, como lo afirma la propaganda médica. La vacuna tiene la triste propiedad de paralizar las defensas orgánicas, porque debilita la vitalidad nerviosa encargada de proteger la salud. Las llamadas “infecciones” sólo pueden referirse a los parásitos y nunca a los microbios. Una persona se puede infectar con sarna, lombrices, ladillas, chinche, piojos, etc., pero no con microbios, que necesitan encontrar el terreno impuro y la temperatura febril para prosperar en el cuerpo. Las vacunas, sueros, inyecciones, y hasta las transfusiones, son verdaderas “infecciones” porque corrompen el organismo por acción extraña. Lo mismo puede decirse del aire envenenado o del alimento tóxico. Al evitar las putrefacciones intestinales mediante el Equilibrio Térmico del cuerpo también se evitan las infecciones microbianas.
Hombre ignorante, te conformas con apartar de tu vista la dolencia, efecto de la obra que cada día realizas con una vida de errores y dolencia, recurriendo al médico para que con las medicinas estimulantes o calmantes habilite nuevamente tu cuerpo para continuar una existencia en conflicto constante con la Ley Natural. Pero a la Naturaleza no se le engaña con recursos artificiales, ni se le vence sino sometiéndose a sus leyes inmutables.
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